martes, 29 de junio de 2010

Conciencia-en-descanso,Conciencia-en-acción, Yo Soy


Todo lo que hay es la Conciencia. En ese estado original—llámalo Realidad, llámalo Absoluto, llámalo la Nada— no existe razón para estar consciente de nada. Así que la Conciencia-en-descanso no está consciente de Sí misma. Sólo se torna consciente de Sí misma cuando surge ese sentimiento espontáneo de Yo Soy. Yo Soy es el sentido impersonal de estar consciente. Y es en ese momento que la Conciencia-en- descanso se vuelve Conciencia-en-acción, cuando la Energía Potencial se convierte en energía propiamente dicha. No se trata de dos. Nada separado sale de la Energía Potencial.
La Conciencia-en-movimiento no está separada de la Conciencia-en descanso. La Conciencia-en-descanso se vuelve Conciencia-en-movimiento, y ese momento es el que la ciencia denomina el Big Bang, que el místico denomina el «surgimiento» repentino de la conciencia... Cuando hablas de la Realidad, has convertido la Realidad en un concepto. Realidad, como palabra, es un concepto. Realidad, como Realidad, no es algo acerca de lo cual puedas pensar. Cuando tú eres la Realidad, no puedes hablar acerca de la Realidad. Así que en el momento en que hablas o piensas acerca de algo, está dentro de lo fenoménico y, por lo tanto, es conceptual.

Ramesh Balsekar

domingo, 20 de junio de 2010

Frente a la muerte


Visitante: Mi único hijo murió hace unos días en un accidente automovilístico, y me resulta casi imposible aceptar su muerte con entereza filosófica. Sé que no soy la primera persona que sufre una pérdida semejante. También sé que todos tenemos que morir algún día. He buscado alivio en mi mente recurriendo a todas las tácticas usuales mediante las cuales nos consolamos y confortamos unos a otros en conflictos como éste. Y sin embargo, vuelvo al hecho trágico de que un destino cruel ha privado de todo a mi hijo en la flor de su vida. ¿Por qué? ¿Por qué?, me pregunto todo el tiempo. Maestro, no puedo superar mi dolor.

Maharaj (después de permanecer con los ojos cerrados durante un minuto o más): Es inútil y vano decir que estoy afligido, pues en ausencia de "yo" (de "mí" como individuo) no hay "otros", uno se ve a sí mismo reflejado en todos los demás. Obviamente, tú no has venido a mí buscando sólo compasión, la cual con seguridad has recibido en abundancia de tus familiares y amigos. Recuerda, uno va por la vida, año tras año, disfrutando los placeres habituales y sufriendo las penas normales, pero sin apreciar jamás la vida en su justo valor. ¿Y cuál es su justo valor? Es éste: No existe "mí" ni "tú "; no pueden existir tales entidades. Todo hombre debe entender esto y tener valor para vivir la vida con esta comprensión.
¿Tienes ese valor, amigo mío, o tendrás que sumirte en lo que llamas tu pena?

Discúlpame, Maharaj, no entiendo del todo lo que me has dicho, me encuentro sorprendido y desconcertado. Me has expuesto la esencia de mi ser, y lo que has dicho en forma tan sucinta parece ser la regla de oro para vivir. ¿Podrías, por favor, explicar con más detalle lo que acabas de decir? ¿Qué es exactamente lo que debo hacer?

¿Hacer? Nada, absolutamente nada: sólo ve lo transitorio como transitorio, lo irreal como irreal y lo falso como falso, y te darás cuenta de cuál es tu verdadera naturaleza. Has hablado de tu pena, ¿pero alguna vez has mirado de frente el "dolor" y has intentado comprender lo que es en realidad?
La perdida de alguien o algo que has amado mucho inevitablemente causará dolor. Y puesto que la muerte es aniquilación total, con irrevocabilidad absoluta, el dolor que causa es profundo.
Con todo, ni siquiera este dolor agobiante puede durar demasiado si lo analizas intelectualmente. ¿Qué es exactamente lo que te aflige? Volvamos al principio: ¿tú y tu esposa acordaron con alguien que tendrían un hijo -un cuerpo particular- y que tendría un destino determinado? Que el feto haya sobrevivido a muchos peligros en el vientre fue otra casualidad. Que ese bebé fuera un niño también fue azaroso. En otras palabras, lo que llamas tu "hijo" no fue más que un acontecimiento fortuito, un suceso sobre el cual no tuviste control en ningún momento, y ese suceso ha llegado ahora a su fin.
¿Qué es exactamente lo que lamentas? ¿Lamentas acaso las pocas experiencias placenteras y las muchas dolorosas que se ha perdido tu hijo en los años venideros? ¿O en realidad te afligen los placeres y ventajas que no podrás recibir ya más de él?
¡Ten cuidado, todo esto parte desde el punto de vista de lo falso! Pero, ¿me sigues hasta aquí?

Estoy asustado y me sigo sintiendo aturdido. Sí te sigo en lo que acabas de decir, sólo que no alcanzo a comprender qué querías decir cuando hablaste de que todo esto se encuentra en el nivel de lo falso.

¡Ah! Pasaremos ahora a lo verdadero. Entiende por favor como verdadero el hecho de que no eres un individuo, una "persona". La persona, lo que uno cree ser, es tan sólo un producto de la imaginación y el yo es víctima de esta ilusión. La "persona" en sentido estricto no existe. Es el yo, la conciencia, el que erróneamente cree que existe una persona y es conciente de ser ésta. Cambia tu punto de vista. No mires el mundo como algo externo a ti. Ve a la persona que imaginas ser como parte del mundo -un mundo soñado en realidad- al cual percibes como una apariencia en tu conciencia y mira todo el espectáculo desde fuera. Recuerda, no eres la mente, la cual no es sino el contenido de la conciencia. En tanto te identifiques con el complejo, cuerpo-mente, serás vulnerable al dolor y al sufrimiento. Más allá de la mente está sólo el ser, no el ser padre o hijo, esto o aquello.
Tú te encuentras más allá del espacio y el tiempo, sólo estás en contacto con ellos en el aquí y ahora, pero por lo demás eres atemporal, ilimitado e invulnerable a cualquier experiencia. Comprende esto y no te aflijas más. Una vez que te des cuenta de que no hay nada en este mundo que puedas o necesites llamar tuyo, mirarás éste desde fuera, como ves un juego en el estadio o una película en la pantalla, admirando y disfrutando, quizá también sufriendo, pero, en el fondo, impasible por completo.


Nisargadatta Maharaj

domingo, 13 de junio de 2010

De una entrevista a Jan Kersschot


Aún seguía pensando que yo (como Jan) estaba en un camino que me llevaba a alguna parte, creía que tenía que progresar en el sendero espiritual. Seguía esperando la ocurrencia de un evento. Hasta que conocí a Tony Parsons. Durante el primer encuentro, todas mis expectativas se evaporaron simplemente al oír estas tres palabras: “Esto es todo”. La idea de la existencia de una vía quedó desenmascarada allí mismo. Fue como un suave “empujón”. Pero no fue una revelación espectacular. No fue una experiencia mística ni nada parecido. En un momento intemporal, todo quedó absolutamente claro de una manera muy simple y natural. Todo el castillo de naipes se vino abajo, con toda simplicidad y normalidad. Todas las preguntas habían desaparecido.

Jan Kersschot