domingo, 26 de septiembre de 2010

La divina paradoja


Yo no estoy aquí.

Cuando me miras, lo único que ves es un montón de carne y huesos, un montón de carne y huesos que tiene aspecto de comportarse de forma predecible y que emite sonidos y olores también predecibles. Y al ver esta conducta, cuentas la historia de Jeff Foster. Ésa es la figura que tú has creado de mí. Ése soy yo según tú.

Pero ¿existe en quien ahora os habla un “yo” verdadero al que tú te estas dirigiendo? ¿Existe realmente ese “Jeff” que tú consigues reconocer y a quien asignas un nombre?

Jeff Foster

domingo, 19 de septiembre de 2010

Mire a ese amplio cielo y a esas nubes y árboles


Mire a ese amplio cielo y a esas nubes y árboles, y después mire a esos pies y brazos y tronco —y diga si usted está excluido de esa vastedad ahí y encerrado dentro de esta pequeñez aquí. En alguna parte el Canon Pali habla de dos tipos de gentes: aquellos que «viven en una pequeña solidez», y aquellos que «viven en la inmensidad». ¿De qué tipo es usted, en su propia experiencia inmediata en este momento? ¿No es el primer tipo no solo imaginario sino inimaginable, ni siquiera válido como material de cuento de hadas o de ciencia ficción? ¿Del mismo tipo que esos cuernos de conejo y cabellos de tortuga de los que las escrituras budistas no paran de hablar? ¿No es, hablando llanamente, banalidad o insensatez?

Douglas Harding

domingo, 12 de septiembre de 2010

Lo único que existe, en cada momento, es “estar despierto”


Nathan, para los neófitos, ¿podrías hacer algo así como un resumen de las cuestiones básicas como: quién soy yo, qué es la consciencia, en qué consiste todo este montaje…?

Los conceptos se utilizan hacia lo que, sencillamente, existe. Sólo existe la Conciencia –o Unidad- de la que se puede decir que consta de dos aspectos: la consciencia y el contenido de la consciencia. Todas las imágenes que aparecen como el contenido, en el momento presente, son constatadas por la consciencia. Esas imágenes incluyen formas visuales, pensamientos, sensaciones, emociones, etc. Entre las imágenes mentales, la primordial es el pensamiento del “yo”, que brota de la imagen del cuerpo.
Cuando el aspecto de la consciencia de nuestra verdadera naturaleza pasa desapercibido y uno se identifica de forma exclusiva con el contenido, se asume el “yo” –“Yo soy el personaje”- y los demás pensamientos que aparecen se convierten en “mis” pensamientos, “mi” vida, “mi” historia. Ese juego de identificarse con el personaje alcanza su punto álgido con el embelesamiento.
Como parte de esta película, se puede producir el reconocimiento del aspecto de la consciencia, es decir, el aspecto de nuestra verdadera naturaleza que tiene como función constatar. Entonces, el proceso de embelesamiento queda desenmascarado y se ve que el “yo” y todos los demás pensamientos forman, simplemente, parte del decorado, pero no revisten más importancia que cualquier otra imagen.
Cuando prevalece la identificación con el “yo”, existe una sensación de separación al tiempo que una intuición o un “saber” innato de que nuestra verdadera naturaleza es la Unidad. Esta disparidad se manifiesta en una tensión o agitación que le conduce a uno a desear librarse del “yo”, escapar del “yo”: pero no hay escapatoria. El “yo” no es más que una imagen, aunque se puede tener la impresión de que escuchar un mensaje como éste o de que aparezca en el guión de la película algún tipo de indagación, de investigación sobre el “yo”, sirve para desenmascararlo. Sin embargo, lo único que existe realmente, en cada momento, es “estar despierto”, tanto si se está embelesado con el “yo” como si se ve que no es más que una imagen

Nathan Gill