martes, 22 de febrero de 2011

¿Por qué lo importante no son los objetos sino la Conciencia?


Es muy importante que aclaremos lo que queremos decir con el término “Conciencia”. Conciencia es la Totalidad o Unidad, y podemos decir que tiene dos aspectos: consciencia y contenido de la consciencia. Por lo tanto, a lo que tú te refieres al hablar de objetos es al contenido de la consciencia, es decir, a las imágenes que aparecen y se constatan en la consciencia. Esa idea de que el contenido de la consciencia no tiene importancia es un error, fruto de la concepción tradicional de la espiritualidad, que consiste en intentar escapar de lo material o del contenido. De ahí que, con frecuencia, se rechace lo material. Sin embargo, si sólo existe Conciencia –que es tanto consciencia como su contenido-, entonces el contenido goza de idéntica importancia.



Nathan Gill

domingo, 6 de febrero de 2011

La visión perfecta


Independientemente de lo parcial que sea nuestra perspectiva de las cosas que hay en el mundo, la visión de lo que realmente somos siempre es total y perfecta. Por regla general, sólo podemos ver los objetos del mundo de manera parcial como, por ejemplo, este lado de la cara de las personas pero no el otro, o el extremo más alejado de la habitación pero no el más cercano. Sin embargo, es imposible ver el vacío inconsútil de manera parcial puesto que lo vemos todo de una vez, simultáneamente, ahora y siempre. Tampoco podemos verlo de un modo distinto a como lo ve el resto de las personas porque aquí no hay nada sobre lo que podamos discrepar. Yo no puedo ver el vacío con más claridad ni con más opacidad que los demás. Asimismo, el vacío no mejora por más que lo miremos y tampoco empeora porque dejemos de verlo. En otras palabras, cuando lo vemos, estamos viéndolo de manera perfecta. En tal caso, cuanto menos somos capaces de aceptar sinceramente nuestra incompletad de ahí porque somos completos aquí. No hay nada más que alcanzar, nada que abandonar, nada sobre lo que argumentar ni discrepar, ni nada que probar. ¡Qué maravilla! ¡Qué paz!

Richard Lang