Interlocutor: Me gustaría que hablases sobre cómo cuando me sitúo como
esta presencia consciente surge una contracción, el ser una persona, una
entidad separada.
Rupert Spira: Primero deja que hable acerca
de la primera frase que pronunciaste que es situarnos en tanto que la presencia
consciente. Podríamos, por ejemplo, escuchar la frase “sitúate, ocupa tu
situación en tanto que presencia consciente”. Y esa es una frase que
originalmente vino de Atmananda Krisnha Menom. Esa es una frase que se le dice
a alguien que, aparentemente, tiene la elección entre tomar su posición en
tanto que presencia consciente o situarse en tanto que yo separado. Así, esa
sugerencia de “situarse en tanto que consciencia”, es una concesión al yo
separado que cree que puede situarse, tomar posición en tanto que una cosa,
presencia consciente, u otra, yo separado. De hecho, no hay un yo separado que
pueda escoger el situarse bien en tanto que presencia consciente o en tanto que
yo separado. Nos demos cuenta de ello o no, somos siempre la presencia de la
consciencia. así que el yo, el yo separado, es el verdadero y único Yo de la
presencia consciente pero con un límite que lo rodea. Y esa limitación, ese
límite, está hecho de pensamientos y sentimientos. Y esos pensamientos y
sentimientos no limitan verdaderamente la presencia consciente, de la misma
manera como la imagen en la pantalla no limita verdaderamente la pantalla.
Entonces cuando dices, por ejemplo, “cuando
me sitúo en tanto que la presencia consciente hay esa contracción que surge,
que parece tirarme de vuelta a un yo limitado, separado”, esa contracción está
hecha de pensamientos y, sobre todo, de sentimientos; pero jamás arrastran de
vuelta a la consciencia a ser un yo separado, limitado. Si hay dos personajes
que aparecen en la pantalla, uno llamado “pensamiento” y el otro “sentimiento”,
no hacen que la pantalla se contraiga de repente en los dos personajes. Ni por
muy contraídos que estén estos dos personajes la pantalla jamás se derrumba, se
contrae en ellos. Por muy contraídos que sean nuestros pensamientos y
sentimientos, y por mucho que griten en la pantalla “yo soy un yo separado”, el
único y verdadero Yo, la presencia consciente, jamás se convierte en ese yo
separado. Si la presencia consciente se contrajese, se derrumbase en ese
personaje limitado, si ese fuera el caso tendríamos que hacer algo al respecto.
Tendríamos que expandir de nuevo y volver a nuestra verdadera naturaleza. Pero,
de hecho, la presencia consciente jamás se contrae, entonces, no tenemos que
hacer nada para que la contracción vuelva a nuestro Ser. Así que un collage de
pensamientos y sentimientos aparecen en la pantalla, ¿entonces qué? ¿Para quién
es un problema? No es un problema para la presencia consciente. A la pantalla
no le importa nada si estos dos personajes, pensamientos y sentimientos,
empiezan a pegarse entre ellos porque la pantalla no se está peleando, aunque
es la sustancia de la pelea. Así que no veas esa contracción como si fuese un
problema, es solo un problema para la entidad imaginaria contraída que quiere
desembarazarse de la contracción y de esa manera se perpetúa a sí misma.
Entonces ve, simplemente ve y eso es
suficiente, que tú eres siempre, siempre, siempre esa presencia consciente
abierta y vacía haya sentimientos agradables o desagradables, no hay diferencia
alguna. Así que no te dejes engañar por el yo separado. El yo separado quiere
que te ocupes de ello bien alimentándolo o bien intentando desembarazarte de
él. Al yo separado no le importa cual de las dos cosas hacemos bien
abandonándose a él o bien rechazándolo, porque se alimenta de igual manera de
las dos. Así que no te impliques con esta contracción, no la toques, tan solo mírala;
eso es todo, tan solo mírala por lo que es: una pequeña vibración de
pensamiento y sentimiento que fluye como una nube en la presencia consciente,
hecha de presencia consciente, pero que no toca ni daña a la presencia
consciente en modo alguno. De la misma manera que lo que aparece en la película
está hecho de pantalla pero no puede dañar la pantalla.
La segunda parte de tu pregunta concernía a
la diferencia entre ser un individuo de manera natural o ser un ego. Durante
muchos años nuestros personajes han estado sirviendo al yo imaginario que
creemos ser. El cuerpo y la mente podrían ser considerados simplemente como
instrumentos neutros disponibles para ser utilizados. Para muchos de nosotros,
en nuestra vida, han sido utilizados para expresar la ansiedad y los miedos del
yo separado. Entonces, el cuerpo y la mente constituyen nuestro carácter, han
sido utilizados al servicio de esos pensamientos y sentimientos contraídos. Y
ahora nos damos cuenta que no soy un racimo, una pequeña amalgama de pensamientos
y sentimientos contraídos, soy el espacio abierto y vacío en el cual aparecen.
De manera gradual, el cuerpo y la mente cesan de servir al yo separado e
imaginario, y entonces empiezan a expresar las cualidades que son inherentes a
nuestra verdadera naturaleza.
Todo el mundo tiene un cuerpo-mente único, y
cada uno de esos cuerpo-mente van a expresar las cualidades que son inherentes
a nuestra verdadera naturaleza de una manera distinta. Y esas expresiones
únicas, distintas, son lo que constituyen nuestra personalidad, así que hay un
espectro muy amplio en las expresiones de nuestras cualidades innatas. Una
persona puede, por ejemplo, vivir una vida muy tranquila y contemplativa en las
montañas estando sola, dándose paseos, meditando, escuchando música. Otra puede
vivir en el corazón de la ciudad, casarse, tener cuatro niños, yéndose de
fiesta cada noche, encantándole bailar y disfrutando su expresión, expresándose
en el mundo. Otras pueden viajar a través del mundo haciendo tareas que están
alienadas con su comprensión. Son ejemplos extremos, la mayoría de nosotros
estamos más o menos entre ellos. Las diferencias aquí entre estos ejemplos son
las diferencias entre cuerpos-mentes. Pero en ambos casos el cuerpo y la mente
estarán sirviendo el amor, la paz y la felicidad que son inherentes a nuestra
verdadera naturaleza. No te creas que con la iluminación, de repente, nos
convertimos en personajes sosos y blanditos. Por el contrario, una vez que el
verdadero carácter es liberado después del descubrimiento de nuestra verdadera
naturaleza, florece. En algunos puede que sea muy colorido, en algunos otros
puede que sean sutiles matices.
Interlocutor: A veces dices
que los cambios ocurren gradualmente…
Rupert Spira: De hecho, la revelación de
nuestra verdadera naturaleza no es ni repentina ni gradual sino que es atemporal. Atemporal porque la mente no
está presente, y cuando no hay mente no hay tiempo. Cuando la mente vuelve de
este no-acontecimiento puede que se dé cuenta o no. Si la revelación de nuestra
verdadera naturaleza viene sin haberla solicitado, sin que hubiera un interés
previo, hay muchas posibilidades de que cuando la mente vuelva se va a dar
cuenta de que hay bastantes diferencias, mirará alrededor y dirá “¡Guau! No
reconozco ya más este mundo, este cuerpo, esta mente”. Pero, como es más
habitual, si ya hemos estado explorando estos asuntos durante dos, cinco, diez,
veinte, treinta, cuarenta años, el cuerpo-mente habrá seguido el ritmo a la
altura de esta exploración durante estos años, y cuando este no-evento
transparente es revelado, cuando la mente vuelve a mirar alrededor, puede que
no se dé cuenta al principio de nada, o puede que diga “es verdad, no hay un yo
separado aquí, me doy cuenta de que soy libre”. Y después se irá a la cafetería
a tomarse el desayuno como todos los días, no es un gran asunto. Vuelve a casa
y, puede que se lo diga a su marido o mujer, o puede que no se lo diga, puede
que nunca hable de ello, puede que incluso jamás lo formule; simplemente
prosigue su vida viviendo felizmente.
Todos los conflictos se caerán,
desaparecerán porque no hay nadie más ahí que pueda vivir en conflicto con las
cosas o con los seres. Y la gente disfrutará de estar cerca de un cuerpo-mente
como ese porque con ese cuerpo-mente no hay juicios, no hay expectativas, no
hay exigencias. La gente simplemente sentirá “me gusta estar con esta persona,
puedo ser yo mismo, yo misma, no tengo que fingir en presencia de esta persona,
soy aceptado tal como soy”. En la presencia de esa persona sentimos como un alivio,
como un abandono, justo ahí, en ese alivio, en ese dejarse, en ese abandonarse,
hay un gusto de nuestra verdadera naturaleza. A veces, en la literatura se
describe como una especie de transmisión pero no es una transmisión, más bien
es como una resonancia. Simplemente nos sentimos cómodos en esa presencia.
Nuestras defensas y nuestras pretensiones se caen, y nuestro verdadero ser
empieza a resplandecer en silencio en nuestra experiencia. Es así como esta
comprensión experiencial puede ser transmitida sin palabras, sin conocimiento
alguno del advaita, de la no-dualidad.
Rupert Spira